AcEnTricO

Piñas
Gladiolos desangrados y el reposo a mi cabeza
Cuadrangular Rectilínea
Cortando el terreno

Su marca de hierba desatada en borrasca
Silencioso trotar que al fin se detiene
Sobre las ramas del hueso
Y el sopor de la carne Podrida
Al fin
En terrosos cabellos
Que acaso Gustarán más
Del verde nardo cocido
Que de la boca pustulada, roja y serena.

Gladiolo azul, invernal respiro de las ropas
Descanso, otra vez, del hielo-mirada
Del cáustico sin saber de lo que viene y ES
Presente como rosa negra y verbo tropezando
Para ser besado, engladiolado Al trípode
A ése fungicida trampolín de la huerta
De los robles que acerezan, concientes
...La mirada y el reposo.

Tornillo sin fin
Las correas-cintas volando aires al vacío
Entrechocan la enrojecida conflagración de colores
Y los gritos de los atormentados, entrechocan brindis
Como rotas damajuanas de vinilo
Para la madera y el banco.

Uniformes de corbatas
Rejurgitan los cuerpos dislocados a diestra y siniestra
Mirando ampuloso y cetrino eructo de las risas,
Inhiesto fragor de golpes escolares
Redimen los mesnados circunloquios de sus caretas.

Lluvia de cristales como al cielo, pólvora deglute
La luz de los colores. El festejo de la párvula burbuja
En pócimas de anís Caliente.

Haz llegado, pisando las fuentes
Y encadenaste la sombra a mi destierro,
A tus talones, a la certeza de tu muerte
Me haz comprobado la agonía
De esta lentitud
En que des-ando, el propio tejer de las lumbreras
De los postes raídos como harapos
O estandartes que dirigen sus derrotas
A mis muros
A la ciudad quemada
Como presentes llevados de la boca
Al rotundo vacío de lo extraño.

Permíteme callar,
Ahora decir de lo que muere
De lo quebrado y sin pulso
De la no resistencia a las pelotas
A las monedas, las lunas o los niños
Es decir, a la desgracia, tu desgracia
El final rechinante, la fluctuación del orden
La irreverencia contenida en cada náusea
La risa que escapa de las rejas,
De las paredes húmedas...
Vagabundos y rasantes inquilinos.

Ahora, presénciame
Soy pellejo de los claustros
Asesino de insectos, decatlón de cortaduras
Inmortal suicida.

Ya no me aferro a nada
Tan sólo al cigarrillo
A su exhalación de mí por los aires
Y al viajar de ese polvo
Como terral en una esfera sellada al vacío.

Así, mi continuidad inútil
El final de toda posible algarabía
Al verte llegar… por fin.

Luz de bloque, superficie cortante
Qué hacen los espigones fluorescentes
Contra el brazo cubista
Enganchado al imperdible
A los alambres cuadriculados
A los despojos de vientres
Tan sólo de insanía encapotada
Y oscuras esferas
Como hilajes de burbujas
Surtiendo detergente
A dos arrugadas manos
En formol Y lejía
Como rocío mañanero.

La colada perenne, blanquísima
Lapislázuri espectral
Blanca sol de parches
Miradas
Senos jóvenes, ahítos
Para dos mejillas borrosas
Genial frescura de la flama táctil
Del poro liberado a los millares
...
Hojas y pasto entre-seco
Resarcida cocción del telar estático
Llevándose lienzos
Para envolver
Mi suave mortaja De limón.

Cada escrutinio me deja
Ojos de araña
Visiones del espejo
Abandonadas a la hierba
Zig Zags
Pedazos y roturas
De soles fatuos...
Intensas refracciones
De las mandíbulas
En que haz llevado
Mis despojos
A tu cuerpo

Y me he regenerado
Surcido
Como el peluche
De felpa y colmillos
Como el pequeño bastardo sobre tu almohada
Retorciéndote el cuello.

1º

Los pedazos huyeron
Llueve la carencia de otras horas
Más posibles
Y el color
Se ha tiznado
Como la piel Careada
De soliloquios

La frente misma de tu falencia
Apostrofa la caída
De los platos al cemento
Como golpes, todos
Contra el pecho y la costilla
Quintales ruinosos
Ampulando tus carnes
Cosechando…
Nidos de mosca.

2º

Sólo ventral silencio
Traspasa el muslo
El entrecejo, se fue
A gatas
En medio
De las sombras
Como ladrones
Píloros de orina
Sensación de barro en la boca
Y la ancha sonrisa
Del asco.